Testimonio de Hernán Rodríguez Torres

Soy Hernán Rodríguez Torres, cuando apenas contaba con tres meses de haber nacido, mis padres se separaron y yo crecí por la voluntad de Dios y el esfuerzo de mi mamá; a los 11 años, empecé a trabajar en el campo, a ganar sin saber, el pan de cada día… todos me preguntaban si sabía trabajar pues desconfiaban de un huérfano que no tenía padre de quien aprender, por esa razón sufrí desprecios, rechazos, pues andaba con los pantalones rotos, sin caites ni sombrero. Mi mamá me llevaba con personas para que aprendiera a trabajar, me llevaban a la milpa. Un día salí a vender pan, con mi canasta, tocando puertas, sin saber, que el Señor ya me estaba preparando el camino; había personas con las que trabajaba que hasta me contaban las tortillas que comía, mi casita era de media agua, con tejas de cartón… Viví mi adolescencia con muchos deseos de triunfar, muchos se acercaban a mí, me querían ayudar, pero me llevaron por otros caminos: probé el alcohol, jugaba al villar, el cubilete, los naipes, fútbol y hasta aprendí karate.

Fui pescador, tenía un cayuco de madera, que le decía el celoso porque me tiraba frecuentemente, me escapé de morir 2 veces ahogado. De ser pescador, el Señor me llamó por medio del Padre Roberto Román Solís, quien me invitó al programa de Evangelizadores de Tiempo Completo. Acudí al curso de iniciación, sin saber del apoyo económico, cuando fui al curso a mi esposa la dejé con solo $50.00 para los 35 días y yo me fui solo con $30 y pase el curso con chanclas, porque mis zapatos se habían roto.

 

 

 

 

 

Cuando ya regresé a casa, lleno del amor de Cristo, entusiasmado fui a buscar mi cayuco y mis mallas. No estaban, el cayuco se rajó con el sol, las mallas llenas de esqueletos de pescado y garza, me dio tristeza, pero reaccioné, ¿para qué lo quiero?, tengo otros lagos donde pescar. El comienzo como Evangelizador me costó mucho porque tenía que trabajar considerablemente para ganar la confianza de la gente y de las comunidades, además de dejar mi casa y familia por 3 días. Al inicio empecé con problemas fuertes, mi esposa, no aceptaba la vida que tenia como Evangelizador, en una ocasión me dijo “¿así va a ser toda la vida?” y yo le recordé la vida que llevábamos antes. Ella empezó a reaccionar y aceptó, ahora me apoya en todo, vamos creciendo juntos espiritualmente. Durante mis inicios me levantaron calumnias, quejas con el Padre, a tal grado que casi dejo este Apostolado, pero gracias a un gran amigo del programa, a los formadores que nos han dado su ayuda espiritual, moral y humana, sigo adelante, yo no tenía muchos amigos, mucho menos el apoyo de mi padre, un abrazo, cariño, consejo… y esto solo lo he encontrado en Dios y en quienes forman parte de Evangelizadores de Tiempo completo que ahora son mi otra familia, que me apoya, y no solo en lo económico, sino en lo más necesario que es el amor, la comprensión y el respeto. Ya no me extraña el sufrimiento pues mi fortaleza es Dios.

 

 

 

 

 

 

 

 

Cada que participo en los cursos, o pláticas lo hago con mucha alegría; aprendo de mis formadores, de su entrega y dedicación. Cuando veo tantas bendiciones, digo ¿quien soy para merecer esto? En lo que respecta a la comida tengo todo lo necesario. Hay mucho que aprendérsele a Dios y a ustedes con su generosidad, en lo personal no encuentro como agradecerles, a todos mis maestros, formadores y bienhechores.

Datos generales
Apostolado que organiza: Evangelizadores de Tiempo Completo
Sede: Tuxtla
Actividad o evento: Testimonio de Hernán Rodríguez Torres
Fecha de la actividad:
Lugar donde se realizó : El Parral, Chiapas, México.
Parroquia y diócesis: Divino Niño, Arquidiócesis de Tuxtla.
Participantes: ETC Hernán Rodríguez Torres.
Frutos alcanzados:El trabajo de Hernán Rodríguez es atender y predicar el evangelio en zonas serranas de Chiapas.
Autor de la nota: Pedro Algarín / Alvaro Linares.
Para mayor información dirigirse a : alinares@educadores.org.mx

 

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